EL DIA QUE DEJAMOS DE SER CHIMPANCES DE LABORATORIO

Hace varios años, Matías y Sebastian Rothhammer - cansados de tomar mala cerveza, la única que la industria nacional ofrecía - Se decidieron a fabricar su propia cerveza.
Pensaron una cerveza de calidad, honesta, decidida, que pudieran disfrutar ellos y sus amigos amantes de este brebaje. Dejaron de lado los manuales, las convenciones, las recetas estrictas y elaboraron la cerveza que soñaban tomar. Usando una piscina - fábrica, instalaron un alambique y nació la primera Rothhammer. Desde ese día hasta hoy han liderado la experimentación de nuevas variedades, llegando a las 8 que hoy se producen en la planta. Lúpulo en cantidades extremas, barricas de roble, maderas, fermentación extendida. Desafiar los límites ha sido la consigna y lo seguirá siendo.
Porque esto se trata de poner alma y talento en cada cerveza. Porque ya no nos tragamos lo que nos quieren vender, sino que hacemos lo que queremos disfrutar.